
Los oros caen en mis manos, cada vez, que sostengo mi cercanía con el nuevo Loco.
Y se que tengo pruebas suficiente, para pensar que Ana no murió de la forma que todos creemos y que el suicidio de Holst fue inducido por una fuerza universal, de la que nuestras mortales mentes escapan de su comprensión.
Me sentí inquieto desde el momento en que comencé a escribir estas letras, mi corazón me invita a seguir adelante aunque mi cordura ruega que me detenga, siento sus pasos en la escalera y se como se acercan a mi escritorio, a pesar de la distancia, puedo sentir su putrefacto aliento, como sus garras rasgan las madera, y como su aura de muerte contagia mi cálido hogar…
No dejare de escribir hasta que mi cuerpo caiga, tembloroso y profanado, por aquel ser que por eones yació muerto pero soñando, se que alargué en vano mi poco tiempo, he trancado la puerta en un acto humano de supervivencia, y ahora siento como forcejea para entrar y tomar mi alma, devorarla y rejuvenecer…
Mi cuerpo comienza a temblar, pero estoy conciente que la muerte es solo el comienzo.
El símbolo que por eones encerró a Hapmetab, hoy dejará que mi ultima memoria no sea destruida…